El Nacimiento del Axolotl

 Pajarito pecho rojo que se paró en el huizache,

enloquecí al ver que tu signo calendárico no estaba junto al mío,

pequeña constelación de labios rosados.


Anidaste en mi corazón como el jagüey anida en las faldas del gran cerro.

Naciste de la piedra y del agua cristalina que la rodea.

Ardiste como el sol y brillaste como las velas de un altar; tan majestuosa, tan sacralizada, tan venerada por mí.


Me caí en tus lunares y ahora no puedo salir de ellos,

pues me volví adicto al aguamiel que brotó de ellos.

Princesa con olor a barro sin curar, 

escalaste el árbol cósmico y te dispersaste en los cuatro rumbos del universo.


Pequeño monstruo de agua, devoraste a los hijos de la tierra;

tan sólo no habías bebido suficiente pulque.


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