Nimitz Tlazohtla

Cuando te miro me derrito, también cuando miro
ese cuarto menguante que traes por boca.
Y cómo no hablar de ese brillo digno de un plenilunio
que reposa en tus ojos, y de tu voz; un tierno
adagio que resuena en la lejanía de mi alma.

Eres día y noche, eres el monzón en el desierto, eres
materia y antimateria en el mismo espacio; una flor
aromática que nace en el vientre de un cerro.
Has sido tallada en la mano de alguna antigua diosa del
amor, o quizá antaño tú habías sido la diosa.

Decir que me derrito es quedarme corto, sin embargo,
es la palabra que mejor expresa lo que vivo.
Y tú sabes que entre versos te canto que poco
a poco comienzo a sentir que te quiero, y
que quisiera orbitarte como la Tierra al Sol.

Eres la divina efigie del Sol que se está ocultando,
eres el cielo que se adorna con la taciturna y mistérica
oscuridad de la noche.
Cuando te miro me derrito, y no puedo hacer nada para
evitarlo, porque eres ese amor tímido y tierno que me
levanta y me revolotea por todas partes.

Languidezco ante ti, porque me encantas terriblemente.

Comentarios

Entradas populares